martes, 26 de enero de 2010

fúgate, hermano, de este mundo estresado

 
 
FUGATE,HERMANO, DE ESTE MUNDO ESTRESADO
 
                                                                                             ( A CHICO BEÑO)
 
 
Anoche me di cuenta que mi hermano es un astro que oscila entre el circulo de su órbita...
me di cuenta de muchas cosas, que antes no había notado. Por ejemplo: que ya no ve ni escucha como antes. Me dia cuenta que transita por bares y tabernas con su guitarra a cuestas, buscando en ella el éxtasis de la amistad y se pierde, de repente comprando cigarrillos sueltos para fumarse el opio de la eternidad.
 
me di cuenta que es amigo de los pescadores el puerto. Que una de sus mejores virtudes es la fraternidad; que saluda a medio mundo y el otro medio lo saluda a él. Que en su tránsito de músico errante va bendiciendo a todos como un profeta del valle. Como un Hare Krishna. Que se va repitiendo sus mantras para que le vaya bien en sus cánticos por el bordemar de la Caleta de Coquimbo.
 
Me di cuenta que vive su metro cuadrado y permanece alejado del mundo real... porque dice que el mundo esta estresado...por eso se mantiene a raya. Que circula por los bajos fondos al más puro estilo del "TÏO" Robert Parra, porque nunca ha mantenido sus papeles legales en regla...al día y deambula con una oratoria que no la tiene cualquiera. ES anarquista por naturaleza. Surrealista de la vida. Veterano de los años1970. Fué uno de los primeros hippies que recorrió los pueblos del valle buscando algo para la mente...Pinfloyano de tomo y lomo; lleva el rock en la venas y carga una cultura rockera riquissima. Sus pasos errantes van beatificando siempre la vida y a todos los seres los trata de hermano. Comparte con pescadores, obreros, mineros, cargadores, garzones, caminantes,vendedores ambulantes, músicos viajeros y gente del pueblo. Cuando les canta a ellos su corazón se regocija y es un pájao que vuela en plenitud, como un guajacho planeando por las barcas del puerto.
 
Ayer, traté de conversar con él, pero no se dió cuenta que yo estaba a su lado y cantaba en un estado nirvánico, como en trance; lanzando al aire entre canción y canción sus mantricos "Hare Krishnas" pidiendo siempre como en oraciones que su tocata sea fructífera. 
Me di cuenta que transita con vasos circulares que lo van poniendo cada vez más fraterno; sin llegar a estresarse y una vez sumergido en la copa, se fuga de este mundo...se escapa del sistema...y yo trato la mayoría de las veces de bajarlo ; le tiro un cable a tierra; pero él, como un dragón del valle, me arrastra hacia las tabernas y terminamos sentado en la barra de un bar, entre pescadores y tripulantes del puerto. Y empezamos a entrelazar conversaciones como viejos amigos; y mientras, él dialoga con un lenguaje fluido, yo lo observo...antes de que entremos a navegar en este barco ebrio, lo miro y veo en su rostro las huellas que ha dejado su carreteada vida. Que lo fumado, cantdo, tomado y bailado no se lo quieta nadie; que lo vivido  lo lleva narcado a fuego en su curtida piel.
 
Al final saco pasajes y me embarco en ese caballo loco que se llama carrete y nos vamos entrechocando vasos con diálogos y resplandores musicles y destellos poéticos. Por supuesto que nos remontamos a la infancia. Esa estación de la vida que no trae, viajando  en el tren del tiempo y nos hizo, además de hermanos de sangre; amigos y compañeros de ruta. Y nacen conversaciones al calor de las copas y aparecen personajes típicos de cantinas que saludan con brillos en los ojos, dibujando en ellos oceánicas soledades.
 
Luego me retiro del bar y él se queda pegado... y lo siento cercano y lo siento lejano. Y me voy de su lado; me bajo del barco y lo dejo que siga brindando con sus compañeros de juerga. Emigro por un timepo, desaparezco del mapa báquico del puerto, de La caleta, de la Marisquería y aparezco de nuevo...después de un tiempo. Y ahí comienza mi búsqueda de nuevo, entre los callejones de los restoranes olor a pescado frito y aires salinos del borde costero: Entonces lo busco por esas calles changas llenas de vendedores ambulantes, de cometas,vendedores de sierra ahumada en carretillas; de macheteros; de músicos, garzones, turistas y seres extraños que ambulan por aquellos recodos de esa geografía costera.
Y lo encuentro, de nuevo. Ahí está parado, con su guitarra a leña, fumándose la vida; esperando el momento preciso para cantar. Coversamos un poco. Afinamos;  yo desenfundo la Quena y nos lanzamos con toda el alma a cantar y tocamos y la gente nos pide temas y las canciones vuelan por los techos de la Caleta como gaviotas errantes y recordamos al Gato Alquinta y "Sube a nacer, conmigo, hermano" la cantamos con todo el sentimiento. De repente, mi hermano  se pierde por unos minutos y luego  vuelve de nuevo y seguimos cantando y se arranca buscando el néctar y se sube a esa jarra de vino blanco químico y alquimico que lo va dejando cada vez, con más fluidez en su discurso y nunca logro bajarlo de la pelota. Y me doy cuenta que ama ese mundo: que es sagrado para él.
 
A veces me voy al reencuentro con intenciones de pasar en blanco...para traerlo de vuelta...lúcido y cuerdo...pero no hay caso y no logro convercerlo y me voy quedando...y él me dice:¿Y el que vino..a que vino? una pregunnta directa al hígado...¡ A tomar vino, hermano! y se va quedando entre parrquianos típicos del lugar, brindando y levantando los vasos y fumando uno tras otro cigarrillo y se queda encantado y conversa con uno y conversa con otro... y sigue transitando por esos laberintos que no tienen salida y así se va quedando adentro de la botella como un genio de la locura.


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